El poder de la fiaca
Marcela Heras
Puede parecer un tanto inusual el título, pero la palabra “fiaca”, estimado lector, está presente en la vasta nómina del diccionario de la Real Académica Española. Es un sustantivo de género femenino cuyo significado abarca los conceptos de pereza y desgano. No es nuestro objetivo hacer un análisis etimológico de la palabra o emitir un juicio de valor. Lo cierto es que con frecuencia caemos en las garras de lo que expresa esa macilenta palabra de cinco letras.
Seguramente en algunas oportunidades habrá experimentado lo que paso a detallar: muchas cosas a realizar con una fecha límite de finalización, una sumatoria de deadlines que no permitían demoras: trabajo, estudio, diversas responsabilidades personales y sociales, etc… y usted llegó, cumplió, entregó. No sólo alcanzó el tiempo sino que sobró incluso para dedicarlo a algún hobby, un café con amigos o a ver una buena película. Probablemente se haya sentido productivo y feliz. La situación contraria -pocas cosas que hacer- genera en cambio caos y descontrol, sin un ápice de foco y aprovechamiento de la energía y el tiempo. Y el panorama se complica, ya que sin querer entramos en la inercia de “menos hago, menos quiero hacer”. Y en esa inercia solemos quedar estancados hasta que algún hecho motivador nos dispara nuevamente a la acción.
En términos de tiempos cósmicos, nuestro paso es extremadamente fugaz. Por lo tanto, ¡haga! Trabaje (en lo que le guste), lea, estudie (si le gusta), enseñe (cualquier cosa de la cual sepa que lo hace bien), cocine, camine, limpie, sueñe, ame, ayude, sonría, cante (aunque lo haga mal). Empiece a estudiar aquel idioma que quería aprender, aprenda a bailar, participe activamente de alguna entidad de ayuda social. No se conforme, busque, insista, sea feliz y haga felices a los demás. No se deje atrapar por el poder maléfico de la fiaca… siempre se puede un poco más. Es sólo descubrir ese recreo activo que nos da un plus de vitalidad y energía para continuar.