Flexibilidad física (y mental)

Lucía Gagliardini

Me gusta la idea de la caminata y cómo caminar nos cambia las ópticas, nos permite mirar desde otros ángulos, descubrir cosas nuevas, llevar al pensamiento por otros carriles.

Muchxs filósofxs y pensadorxs hablan de la caminata, hacen uso del caminar para ordenar las ideas, o desordenarlas. Incluso algunos jardines están dispuestos para ser recorridos de cierta manera y que ese andar dé lugar a la conversación. Es el caso del jardín andaluz del Museo Larreta.

Caminar ordena los pensamientos, da lugar a conversaciones, aporta otros puntos de vista. Eso mismo pasa con la flexibilidad corporal: esa posibilidad de recorrer los lugares más blandos y también de habitar aquellas zonas que se resisten más, y aún así persistir en el recorrido. Notar cómo ese desplazamiento en nuestra observación y en nuestro cuerpo da lugar a otros ángulos y otras flexibilidades también en nuestro pensamiento.

Recorrer siempre el mismo camino, habitar el cuerpo siempre de igual manera, pensar insistentemente lo mismo puede tener su gracia, pero me parece importante una mañana cada tanto ir por otro lado. Tener la posibilidad de que el cuerpo sea blando, duro, flexible, rígido, pesado y leve. Elegir cómo en cada momento, o al menos elegir cuál es nuestra manera por default en cada época de la vida.

Leía esta tarde en un libro hermoso algo así como que el caminante sacude el orden establecido y hace recordar el valor de hacer camino. De alguna manera el orden establecido en nuestros cuerpos tiende a la dureza, a volverse más rígido con el transcurrir del tiempo y de las cosas. Como caminantes, propongo sacudir ese orden, trabajar sobre la flexibilidad y saber que definitivamente esta se va a ver reflejada en nuestros pensamientos y posibles puntos de vista.